Tal y como habían especulado diversos medios, el lehendakari vasco ha informado esta tarde en rueda de prensa que ha decidido disolver el Parlamento Vasco y convocar elecciones autonómicas para el 5 de abril.
Con esta decisión pretende adelantarse a maniobras similares que pudieran llevar a cabo sus homólogos Quim Torra en Cataluña o Alberto Núñez Feijóo en Galicia, y disponer así de un calendario despejado y propio para afrontar con tranquilidad unas elecciones cuya celebración no hubiera podido demorarse, en todo caso, más allá de septiembre.
La última encuesta difundida para estas elecciones es anterior a las generales del 10 de noviembre, y posteriormente a esa fecha solo existen datos gracias al Electopanel de electomania.
Apoyado quizás en la confianza que estos datos le proporcionan, Urkullu afronta las elecciones con la casi seguridad de que servirán para afianzarse aún más en el poder, con un PNV cada vez más pragmático y a la vez hegemónico y un «frente constitucionalista» debilitado.
La gran incógnita a nivel nacional es si Ciudadanos y el Partido Popular vasco van a concurrir juntos o por separado a estas elecciones. En todo caso, los resultados que les auguran los sondeos son muy modestos.